La gestión de riesgos, reúne de manera específica el examen de los diferentes riesgos en la actividad financiera, tanto de manera general como en particular en referencia a cada uno de los riesgos significativos.
Respecto a los riesgos de manera general y de cada uno de los que conforman el ámbito de la gestión de riesgos de manera particular, es importante considerar los temas relacionados con la gestión, políticas, valoración, importancia relativa y medición de los riesgos.
Gestión de riesgos: Consiste en la elección de las estrategias y posicionamientos más adecuados para obtener los mejores resultados posibles en cuanto a la formulación de previsiones y proyecciones sobre el futuro de los riesgos.
En otras palabras, es la identificación, medición y evaluación colectiva de todos los riesgos que afectan el valor de las entidades, así como la definición e implementación de una estrategia en el negocio y en la operación para gestionar efectivamente esos riesgos.
Políticas de riesgos: El conocimiento y el análisis de las políticas de riesgos supone ir un paso más allá en la evaluación de los riesgos, ya que ayuda a poner de manifiesto la voluntad de los gestores en cuanto al tipo de negocio que se desea realizar y el nivel de riesgo que se está dispuesto a asumir.
Además, comparar y analizar los presupuestos con las realidades alcanzadas puede ser muy útil para comprender mejor la situación, distinguiendo lo que se desearía tener con lo que es posible alcanzar.
Valoración y medición del riesgo: Frecuentemente se confunde la valoración con la medición del riesgo; sin embargo, son aspectos totalmente diferentes, ya que la valoración es la estimación que se realiza, con mayor o menor precisión, de la situación actual, mientras que la medición del riesgo es la estimación de la situación futura en el caso de que se produzca una evolución adversa de los factores o variables externas.
En consecuencia, la pérdida resultante de la valoración se diferencia de la pérdida derivada de la medición del riesgo en dos sentidos.
La pérdida resultante de la valoración es una pérdida cierta, no sujeta por tanto a probabilidad alguna en cuanto a la evolución en el futuro de las variables externas, pero sí a errores o desviaciones en la determinación. Es decir, está pérdida tiene un carácter predecible o esperado (pérdida esperada).
La pérdida que se deriva de la medición del riesgo tiene una naturaleza extrema o poco probable (pérdida inesperada); es decir que, la medición recogerá la pérdida extrema en el caso remoto de que se haya registrado realmente la evolución negativa que se consideraba poco probable.
Importancia relativa de los riesgos: Desde un punto de vista teórico, ningún riesgo es más importante que otro, ya que potencialmente los efectos de unos y otros pueden ser equivalentes en teoría. No obstante, la visión práctica es muy diferente, al depender la importancia de los riesgos del tipo de negocio realizado y de los riesgos asociados a cada tipo, así como de la volatilidad de los factores y variables externos.
Con base en lo anterior, la importancia relativa de los riesgos es variable, dependiendo en primer lugar de la entidad, en cuanto al negocio que desarrolla y, por ende, los riesgos que asume, tanto en tipo como en volumen, y, por otra parte, del sistema financiero y del contexto económico en el que la entidad lleva a cabo su actividad, especialmente en lo que se refiere a la evolución de las variables macroeconómicas.
Si bien cada entidad y cada país pueden presentar notas diferenciadoras en cuanto a la importancia relativa de los riesgos, sí puede señalarse que el principal riesgo de la mayoría de las entidades es el riesgo de crédito. En cuanto al resto de los riesgos, la importancia de los riesgos de tasa de interés y tipo de cambio dependen en gran medida de la volatilidad de las tasas y tipos de cambio, de manera parecida a como ocurre con el riesgo de mercado; y, finalmente en lo que se refiere al riesgo operacional, es un riesgo de reciente tratamiento y consideración, al estar ligado en buena medida a la realización de la actividad en general y a la prestación de servicios en particular.
Medición de los riesgos: La medición del riesgo es fundamental de cara a su control y gestión, ya que, sin una adecuada medición, poco puede hacerse realmente.
Es necesario resaltar que no debe confundirse una medición adecuada con una pretensión de exactitud, sino con alcanzar un grado de precisión razonable, especialmente en cuanto a lo que se refiere a las decisiones de asunción del riesgo y a su control, para lo que no hace falta determinar valores exactos, sino tan solo lo suficientemente aproximados como para que las decisiones se puedan tomar sobre una base suficientemente correcta.
Para definir cada uno de los riesgos, debe comprenderse que el riesgo como tal, descansa básicamente en los siguientes pilares:
a) Probabilidad de pérdida futura;
b) Identificación de elementos configuradores, tanto internos como externos;
c) Existencia como un fenómeno normal, ligado al desarrollo del negocio; y,
d) La distinción entre valoración y riesgo.
En consecuencia, partiendo de los pilares descritos y conforme al Comité de Basilea, podemos conceptualizar cada uno de los riesgos que integran el Ámbito de la Gestión de Riesgos, así:
a) Riesgo de Crédito: es la probabilidad de pérdidas como consecuencia de que un prestatario o contraparte incumpla sus obligaciones en los términos acordados.
b) Riesgo de Tasa de Interés: Probabilidad de pérdidas futuras derivadas de la existencia de diferencias entre los plazos de repreciación de las operaciones y de una evolución adversa de las tasas de interés.
c) Riesgo de Tipo de Cambio: Probabilidad de pérdidas futuras derivadas de la existencia de posiciones en moneda extranjera y de una evolución adversa del tipo de cambio de las divisas en que están nominadas.
d) Riesgo de Mercado: es la probabilidad de pérdidas en sus posiciones dentro y fuera de balance como consecuencia de movimientos en los precios de mercado.
e) Riesgo Operacional: es la probabilidad de pérdidas debido a la inadecuación o a fallas de procesos, del personal, de los sistemas internos, o bien a causa de eventos externos.
f) Otros Riesgos: en este concepto se incluye el estudio de otros riesgos de la actividad financiera, entendiéndose que ninguno de ellos tiene la importancia específica suficiente que justifique su análisis individual, por lo que su consideración se hace en términos globales, destacando sobre todo la importancia relativa de cada riesgo y sus sistemas de control y gestión.
Dentro de la clasificación de Otros Riesgos, se encuentran los siguientes:
Riesgo de Concentración: es la probabilidad de pérdidas futuras derivadas del incremento de los principales riesgos de la actividad financiera por la concentración de posiciones.
Riesgo País: es la probabilidad de pérdidas de una institución, asociada con el ambiente económico, social y político del país donde el prestatario tiene su domicilio.
Riesgo de Liquidación: es la probabilidad de pérdidas futuras derivadas del incumplimiento en tiempo y/o forma de las obligaciones de la contraparte, en cuanto a la falta de entrega de dinero o de unos determinados instrumentos en contraprestación a los instrumentos o a los importes monetarios recibidos, como consecuencia del empeoramiento de sus circunstancias económicas particulares y/o de una evolución negativa del contexto en el que desarrolla su actividad.
Riesgo Reputacional: es la probabilidad de pérdidas futuras por la disminución del negocio y su rentabilidad como consecuencia del deterioro de la imagen de la entidad.
Riesgo de Negocio: es la probabilidad de pérdidas futuras derivadas de la disminución del negocio y su rentabilidad como consecuencia de que el negocio actualmente desarrollado por la entidad deje de ser viable económicamente.