a) Solvencia: Se centra en la determinación de las principales características de la solvencia de la entidad y la cuantificación de sus magnitudes más importantes y está basado en una evaluación dinámica de la adecuación de capital y en la identificación de las fuentes de generación y aplicación de recursos propios.
Para evaluar la solvencia no basta con realizar un análisis estático de la misma, ni limitar el alcance de las tareas a la verificación del cumplimiento de la normativa vigente, sino que el conocimiento y la evaluación deben ser mucho más profundos.

Así, es necesario analizar la solvencia desde un punto de vista dinámico, analizando las fuentes de generación y aplicación de los recursos propios, la adecuación del capital, el crecimiento sostenible y la política de dividendos practicada.

Por otro lado, también es conveniente no limitarse a una visión interna, sino ampliar la perspectiva, estableciendo referencias externas para la solvencia y estudiando la imagen externa y la rentabilidad del accionista.

b) Rentabilidad: Al igual que la solvencia, la rentabilidad no debe analizarse estrictamente desde el punto de vista estático, sino que el conocimiento y evaluación deben ser dinámicos, tanto en relación con el pasado, estudiando la evolución e intentando detectar las tendencias, como en lo que se refiere al futuro, mediante la formulación de previsiones.

En esta misma línea, es conveniente también el diseño y estudio de escenarios alternativos, bien sean de crisis o de proyección de determinadas estrategias, así como la formulación del sistema de alertas sobre la base de la estructura del negocio.

En este sentido, los objetivos de supervisión en el ámbito de la rentabilidad se sintetizan en: evaluar la rentabilidad global; la rentabilidad por componentes y márgenes; y, la rentabilidad de cada componente y margen.

c) Liquidez: La metodología para el análisis de este ámbito, está basada en la evaluación de la liquidez del sistema financiero en su conjunto por un lado y en el análisis de la posición  relativa de cada entidad en relación con el sistema por otro lado.

Debe tenerse muy en cuenta que la adecuación de la liquidez ya no se concibe solamente como la capacidad de hacer frente a los compromisos o exigibilidades según se vayan produciendo, sino que se define en términos de ser capaz de garantizar un adecuado desarrollo del negocio, incluyendo lógicamente el previsible crecimiento del mismo en su conjunto.

Los objetivos que se persiguen en el análisis de la liquidez, se resumen en determinar la adecuación de la liquidez en: situaciones de normalidad; caso de crisis coyuntural de la entidad; caso de crisis permanente de la entidad; y, caso de crisis coyuntural del sistema.

En resumen, la relación entre los componentes del Ámbito Financiero puede establecerse claramente señalando que la rentabilidad es el determinante último de la solvencia, ya que, sin una adecuada rentabilidad a medio plazo, la solvencia desaparece, al no poderse confiar en una aportación externa ilimitada de fondos.

Por su parte la liquidez es el espejo de la salud financiera de una entidad, hasta el punto de que una entidad con problemas serios de liquidez puede llegar a tener problemas igualmente serios en cuanto a su rentabilidad en una primera instancia y en cuanto a su solvencia como efecto derivado en una segunda fase, aunque su posición inicial en estos dos ámbitos fuera adecuada.